Espero que se entienda bien el título de esta entrada. No quiero decir que el amor no nos acompañe durante las vacaciones sino todo lo contrario, que ojalá no nos pida un descanso ni se largue a donde nadie pueda encontrarle…El amor es como un traje a medida que evoluciona y crece con nosotros, se ha de ir adaptando a nuestras necesidades y circunstancias. De tal manera que en virtud del «clima» que haga en cada momento (los retos a los que nos enfrentemos) tendremos que llevarlo de una manero u otra. Sin chaqueta para ir más fresquitos, abotonado para afrontar una temporada de frío…
Pues bien, partiendo de esta idea, y aunque parezca mentira, durante las vacaciones de verano, tenemos que tener en mente que casi con total seguridad se van a producir una serie de situaciones que nos pondrán a prueba. Así que hoy os contaré cuáles son las pautas que nos ayudaran a que todo fluya adecuadamente durante este tiempo. El objetivo es lograr comenzar el nuevo curso con una relación más fortalecida si cabe y salir airosos de los retos a los que nos enfrentan las vacaciones.
Las estadísticas llaman la atención. Al parecer, en España, un 28% de las rupturas se producen al volver de las vacaciones. Los últimos datos del Consejo General del Poder Judicial muestran que durante el cuarto trimestre del año se produce un aumento muy importante en el número de divorcios. Concretamente, 3 de cada 10 parejas que se separan, deciden poner fin a la relación después del verano. Estos datos no parecen ser casuales, sino que obedecen a una serie de circunstancias que suelen darse durante nuestros días de descanso y que pueden hacer que «la cuerda se tense».
Cuando arrastramos problemas en la relación, los inconvenientes típicos del periodo estival pueden hacer que ésta se resienta aún más o que se desencadene la ruptura ¿Cuáles son estos elementos que pueden poner a prueba nuestra relación? ¿qué podemos hacer para que no nos afecten demasiado?
1-Estrés
Sí, habéis leído bien, ni en vacaciones nos libramos del estrés. Aunque pensemos que precisamente eso es lo que vamos a dejar aparcado en nuestro lugar de origen, nos vamos a encontrar con situaciones incómodas y agobiantes. Aglomeraciones y largas esperas en los aeropuertos, pérdida de maletas, caravanas en la carretera, reservas de hoteles que no se ajustan a lo que habíamos pedido, niños que no paran de llorar por la incomodidad del viaje…
2- Convivencia:
Durante el año no paramos de correr, los relojes nos tienen cogidos por el cuello y el exceso de trabajo y el tiempo que requieren nuestros hijos nos dan poco margen para vernos, convivir bajo el mismo techo (más allá de cenar o dormir juntos) y mucho menos para sentarnos a hablar y mirarnos a los ojos. Puede parecer que participamos en una carrera de relevos. El necesario reparto de tareas hace que cada uno se encargue de «lo suyo» y quede poco espacio para «lo nuestro». La mayor parte del tiempo la empleamos en cumplir obligaciones y los momentos de verdadera convivencia suelen limitarse, con suerte, al fin de semana.
Teniendo en cuenta todo esto, si durante 10-15 días o un mes nos metemos en una casa, hotel o apartamento y pasamos a convivir las 24 horas del día (a lo que nos estamos acostumbrados), los posibles roces, discusiones y la necesidad de paciencia y empatía se multiplican. Y ya no digamos si a esa «convivencia» se suman los suegros, cuñados, amigos, etc. La «fiesta» está casi garantizada.
Si además contamos con que tenemos que apañarnos con los niños, cuando durante el curso al menos contábamos con un «respiro» mientras estaban en el cole o en la guardería, la situación se agrava. Ahora hemos de buscarles actividades que les diviertan y enriquezcan, mediar en las peleas, hacernos cargo de todos sus cuidados, sin descanso, sin tregua…Difícilmente tendremos la posibilidad de hacer planes para adultos o para dos. Por tanto, las vacaciones, también en este aspecto nos pondrán a prueba.
Obviamente os estoy hablando de los aspectos negativos de todo esto. Pienso que todos disfrutamos de poder pasar unos días en familia, pero ya me entendéis…
3- Ausencia de rutinas y horarios:
Aunque nos pasamos el año quejándonos de los «dichosos» horarios y estamos deseando desprendernos de la rutina (cosa que es muy sana durante un tiempo) ambos nos aportan algunos beneficios que desaparecen en vacaciones. Cuando no tenemos un horario establecido y gozamos de total libertad para disponer de nuestro tiempo según se nos antoje, puede que no coincidan nuestros gustos, apetencias o ideas a la hora de emplear el tiempo libre. A lo mejor a él le apetece una caminata por el monte y tú no ves el momento de tumbarte en la playa. Quizás pasas de madrugar porque te planteas unas vacaciones relajadas y él prefiere levantarse temprano para aprovechar el día y la estancia en ese lugar de veraneo, porque para algo habéis invertido ese dinero…El resto del año, los horarios preestablecidos y las rutinas fijas nos aportan estabilidad, seguridad y no dan lugar a discusión porque simplemente no hay otra. Además, todas sabemos los estragos que provoca en los pequeños un periodo sin rutinas ni horarios fijos…
4- Problemas que no se han resuelto en su momento
Algo muy común es haber ido dejando pasar el tiempo para sentarse a hablar sobre algo que nos preocupa, nos duele, nos afecta…Quizás esperamos a que se de la situación ideal para hacerlo y tenemos grandes ilusiones y expectativas de encontrar ese clima adecuado en nuestro tiempo libre. Llegamos a las vacaciones con la «mochila» bien cargada agravios y causas sin resolver. Estamos saturados y a lo mejor es el momento en el que «explotamos» al mínimo roce, de esos que se multiplican con la convivencia más intensa. La tan esperada situación ideal para hablar no llega, puesto que los niños no nos lo permiten o las constantes actividades de ocio y la compañía de otros familiares o amigos no facilitan el diálogo.
PAUTAS PARA QUE EL AMOR SE FORTALEZCA EN VACACIONES:
Ya hemos reseñado los problemas más comunes a los que nuestra relación se enfrenta en el periodo vacacional. Es normal que suceda y todos pasamos por situaciones similares. Si observamos las fotos que se cuelgan en redes sociales estos días y nos sentimos desdichados por lo idílicas que parecen las vacaciones de otros frente a las nuestras, no nos engañemos, quizás distan un poco de la realidad…Teniendo en cuenta todo lo anterior, ¿qué podemos hacer para solventar esos obstáculos?
1- Consensuar nuestros planes antes de salir de casa
Será un magnífico ejercicio que nos ahorrará muchas frustraciones y discusiones. Sentarse tranquilamente antes de salir y diseñar en la medida en que se pueda que tipo de descanso o cambio de actividad buscamos, los planes que nos gustaría hacer, pactos en los que cederemos ambos para darnos el gusto mutuamente, horarios estimados, reparto de tareas durante las vacaciones…De todas formas, seguramente habrá imprevistos. Puede que, sin más, cambiemos algunos planes sobre la marcha. Pero si tenemos las cosas claras antes de salir, sin duda, evitaremos muchos conflictos.
2- Tiempo para dos y para cada uno
Lo ideal, en la medida en que se pueda, sería organizarse para poder hacer algún plan de pareja, en el que logréis estar tranquilos y compartir todo aquello que tenéis en vuestro interior. Hacer balance del año, no sólo de lo que no va tan bien y habría que cambiar, sino también hacer recuento de todas las cosas buenas que habéis vivido, planear vuestro futuro con ilusión, disfrutar de estar juntos…
Quizás sería positivo también hacer algún plan por separado. De la misma manera que durante el resto del año, cada uno cuenta con sus «espacios», actividades que no hace junto al otro, en vacaciones es positivo que así siga siendo. Lo importante es la calidad del tiempo que se pasa en común, no tanto la cantidad…Sería bueno que os «cubrierais las espaldas» mutuamente para ello. Por ejemplo, que papá se quede con los niños mientras mamá se escapa a leer tranquilamente una novela frente al mar y que en otro momento mamá se lleve a los peques para que papá juegue un buen partido de pádel con un amigo…
Sin duda, el amor debe cuidarse a diario pero, tal y como os he dicho al iniciar este post, es fundamental que tengamos en cuenta las circunstancias a las que nos enfrentamos en cada momento para buscar las soluciones o medidas adecuadas para afrontar cada reto. Vale la pena intentarlo. No se me ocurre nada más importante. ¡Espero que consigáis disfrutar de unas vacaciones magníficas en TODOS los sentidos!