Creo que somos muchas las que conocemos el verdadero significado del título de esta entrada. Cuando mamá no puede descansar las cosas se complican y mucho. No os descubro nada nuevo a la mayoría de vosotras. El número de madres sin dormir se incrementa prácticamente al mismo tiempo que lo hacen los tests de embarazo positivos en cualquier lugar del planeta.
Nuestra condición de madres, independientemente de que nuestros hijos duerman o no del tirón, supone una de las mayores responsabilidades, por no decir la mayor, que tenemos en nuestra vida. Por tanto, es común que muchas noches «nos quite el sueño» la preocupación por nuestros hijos.
Pero es que, además, también es muy frecuente que, siendo chiquitines, se despierten a menudo para hacer sus tomas, beber agua…A causa de pesadillas, molestias de todo tipo o porque, sencillamente, nos necesitan.
El ejército de «mombies» (mom + zombie, para quien no conozca el término) no para de crecer. Como en todo, unas lo llevan peor y otras mejor. Las que tengáis el privilegio de haber traído al mundo un «bebé dormilón» no os podéis imaginar la ventaja con la que jugáis esta partida de la maternidad. Aunque, lógicamente, cada una lleva lo suyo…
El reto está en encontrar la “fórmula mágica” que suponga que este «pequeño gran detalle» en nuestra vida no nos impida ser felices. Ambicioso objetivo ¿verdad? Pues hoy vengo a animaros con la noticia de que sí, se puede.
Es un tema que me toca muy de cerca…Las que me seguís conocéis mis problemas al respecto. Tengo dos peques, de 3 años y 20 meses respectivamente, que desde el primer día de vida apenas me han permitido dormir del tirón las noches que pueden contarse con los dedos de una mano.
Se despiertan con frecuencia e incluso parece que se reúnen, antes de que llegue el momento de dormir, para organizarse turnos perfectos entre ella. Una vez que la primera cae rendida después de mucho despertarse le toca a la otra. De tal manera que mamá no logre descansar ni el mínimo humanamente deseable…
No os voy a engañar. Éste representa uno de los mayores retos para mí a la hora de afrontar el día a día como madre y en definitiva como persona. En algunos momentos siento que me voy a volver loca, que ya no puedo más…El esfuerzo que tengo que hacer a diario para sobreponerme y «hacer vida normal» a pesar de los pesares es enorme.
Escribiendo estas líneas, me ha venido a la cabeza una ocasión en la que mis padres vinieron a Valencia a visitarnos. Cuando íbamos paseando, mi padre se fijó en el letrero de un local que rezaba: «Vivir sin dormir». Le entró un ataque de risa y me pidió que me pusiera debajo para hacerme una foto. Era como si al leerlo irremediablemente viera mi cara a continuación. No había mejor definición para mi vida…
Llevo mucho tiempo queriendo escribir esta entrada, pero me era importante encontrar el momento adecuado para hacerlo. Para que mi cerebro agotado fuera capaz de sacar, o al menos intentarlo, lo mejor de sí y no dejarme ni una sola idea en el tintero (cosa complicada).
Buscaba una ocasión en la que me encontrara con el ánimo donde debe estar. Para no consentir que la negatividad, que empaña nuestro espíritu ciertos días en los que el exceso de cansancio nos hace sentir que no podemos más, impidiera que este post sirviera de verdadero aliento para vosotras.
Pues bien, no quiero esperar más. Me he dado cuenta de que el momento perfecto nunca llegará. Es una falacia, una utopía vivir expectante a que mamá no esté cansada, a tope, e incluso desbordada en muchas ocasiones. Esperar a ese día en el que todo sea paz, buen rollo y constante bienestar. En el que la lista de cosas que hacer te quepa en un simple huequito diario de la agenda…
Pero, por fortuna, esa mamá satisfecha, que se sienta feliz en un su mundo caótico e imperfecto. A la que la balanza de su estado emocional se incline hacia lo positivo. Hacia el lado que le hace sentir que vale la pena esta vida de locos. De esas sí conozco algunas. Y entre ellas puedo decir, sintiéndome loca de alegría y agradecimiento, que me encuentro.
A pesar de que haya días grises e incluso negros. Puedo decir alto y claro que no me cambio por nadie. Que mi marido y mis hijas me hacen sentir la mujer más afortunada del mundo.
¿Se puede llegar a ese estado cuando no se logra descansar bien ni una sola noche? O es «postureo» y palabras bonitas que faltan a la verdad sobre un papel (o en este caso en una pantalla). No amigas, os digo de corazón que es así. Es REAL.
Por tanto, he decidido lanzarme a escribir ya. Porque creo que el tema merece ser tratado con urgencia. A diario os leo en redes sociales y me tropiezo con amigas que arrastran los pies desesperadas por no saber cómo salir de ese bucle de cansancio.
Yo no soy inmune a este problema ni mucho menos. De hecho, como ya os he comentado, tengo mis días malos, muy malos. Pero sí, puede decirse que por puro instinto de supervivencia y ganas de vivir he encontrado la manera de VIVIR con ello.
Está claro que, mientras sean pequeños, no es nada del otro mundo que nuestros hijos se despierten durante la noche. Existen soluciones para determinadas causas que les hacen dormir peor. Pero una vez puestos los medios a nuestro alcance para que tengan un descanso de calidad, como es mi caso, en muchas ocasiones es común que, a pesar de todo, se despierten.
Mi idea no es hablaros de cómo conseguir que duerman del tirón. Ojalá tuviera la receta… Personalmente pienso que no existe. Y que son contraproducentes las soluciones generales al respecto. Porque cada niño, cada mamá y cada familia tiene unas características y circunstancias que han de ser analizadas individualizadamente.
Sí os puedo contar en otro momento, si os interesa, qué recursos empleamos en casa para que las peques descansen mejor. Pero mi idea es hablaros más del problema desde el punto de vista de la vivencia de la madre. Cuestión que a menudo se olvida, centrándonos para solucionar el asunto en lo relativo al bebé y dejando a la mamá de lado como si lo que a ella se refiere fuera una simple anécdota.
Si os parece y para que no se haga demasiado largo os iré hablando del tema «por capítulos». Las que me conocéis sabéis de mi dificultad para sintetizar. Sobre todo cuando hablo del amor o de mi vivencia de la maternidad. Son temas que tocan lo más esencial de mi ser. A ver si se convierte en un objetivo cumplido en 2017 y “aprendo a resumir”. Pero, de momento, asumo mi manera de ser y expresar…
CAPÍTULO I DE MI VISIÓN DE LAS “MADRES QUE VIVEN SIN DORMIR”
Principales consecuencias que tiene en nuestro organismo y nuestra psique el no dormir bien.
Mi objetivo final es que os sintáis identificadas e incluso aliviadas. Ya sólo la empatía tiene un efecto sanador de por sí que vale la pena. Y eso es lo que quiero que encontréis en mis letras.
Más adelante os hablaré de cómo empezó mi historia como mamá insomne ya desde antes de tener el test de embarazo en mis manos. Después os contaré las dificultades para descansar que viví en el postparto inmediato y con las que lidio a día de hoy.
Finalmente, no desesperéis, intentaré contaros, a ser posible con sentido del humor (del que nos hace falta una buena dosis), cuáles son mis truquillos, consejos y artimañas para librar esta batalla y sentirme feliz y satisfecha a pesar de todo.
Como en todo, es lo que a mí me funciona. No necesariamente ha de serviros a vosotras. Pero si a alguna os aporta un poco de luz, ayuda o esperanza, estoy encantada de contaros.
Algunos días lógicamente consigo aplicarlos y que me funcionen y otros siento que voy sobre ruedas y cuesta abajo… ¡Nadie es perfecta! Pero lo importante es volver a levantarse.
Está claro que asumir las cargas familiares, laborales y personales que tiene que llevar una mujer que es madre a día de hoy sin ni siquiera haber descansado la noche anterior es toda una peripecia.
Echándole un vistazo a la web del Instituto de Medicina del Sueño me he topado con un artículo en el que detallan las principales consecuencias que tiene en el organismo de una persona el dormir poco o mal.
Importancia de conocer los efectos de no dormir bien.
Me viene muy bien contároslas porque es importante conocer estos aspectos para:
- En primer lugar, ser muy pero que muy comprensivas con nosotras mismas.
- Además, podremos poner los medios que nos ayuden a disfrutar de una legítima calidad de vida.
- También es vital que se lo hagamos saber a nuestro entorno más cercano para que nos apoyen, comprendan y faciliten la dura tarea de ser “mamás insomnes”…
Desde mi punto de vista, éste es el primer paso para alcanzar el objetivo de sentirnos bien y, en definitiva, ser felices a pesar de las dificultades que la carencia de descanso de calidad generan en nuestra vida. Aunque ya las conocéis, porque algunas de ellas las sufrís con frecuencia en vuestra piel, os las cuento.
Las principales consecuencias de no tener un descanso de calidad son:
- Tendencia a dormirse a todas horas
- Cambios repentinos de humor
- Tristeza
- Irritabilidad
- Actitud pesimista
- Aumento del estrés y la ansiedad
- A partir del tercer día sin dormir se pueden dar alucinaciones y locura temporal
- Aumentan en un 40% las probabilidades de sufrir alguna enfermedad psiquiátrica (cuando los problemas de sueño son crónicos)
- Repercute en la habilidad para procesar la glucosa, lo que puede provocar altos niveles de azúcar en la sangre y favorecer la diabetes o un aumento de peso.
- Provoca la disminución de la temperatura corporal basal, responsable, entre otros factores, de la constancia del ritmo cardíaco. Por lo tanto, en estas circunstancias pueden observarse arritmias o paradas cardio-respiratorias nocturnas.
- Una noche sin dormir reduce la capacidad de asimilar conocimientos en casi un 40 por ciento. Además de las pérdidas de memoria y recuerdo, la persona se vuelve más lenta y menos precisa, por eso, la falta de sueño puede provocar una alteración en el habla y dificultad para aprender, crear y resolver problemas.
- Otras alteraciones importantes más a largo plazo. Son la hiperalgesia o aumento de la percepción de dolor, temblores, envejecimiento precoz, agotamiento, trastornos gastrointestinales o aumento de probabilidad de contraer infecciones por afectación del sistema inmunitario.
- Respecto a la patología respiratoria y las repercusiones cardiovasculares, destacar que una persona con apnea de sueño tiene, en comparación con individuos sanos, el doble de probabilidad de morir en el curso de 10 años. Su riesgo de presentar hipertensión arterial y accidentes cerebro-vasculares se relaciona directamente con el grado y tiempo de evolución de los síntomas y la probabilidad de presentar un segundo infarto de miocardio aumenta 23 veces.
Yo añadiría:
- Dolores de cabeza frecuentes
- Sensación de presión en el pecho o dificultades para respirar
- Dificultades para conducir y en general realizar cualquier actividad que requiera concentración
- Cambios en el rostro. Creo que a todas nos ha ocurrido eso de mirarnos al espejo tras una noche «toledana» y no reconocernos…
No os quiero asustar con esto, ni mucho menos. Aún no conozco a nadie que haya muerto por no dormir lo suficiente. Pero lo cierto es que las consecuencias sobre nuestro estado de ánimo y nuestro organismo son muchas e importantes.
Mi objetivo es que seáis conscientes de lo que tenéis encima. De la mochila que lleváis cada día «sólo» por no poder descansar lo necesario. Sin contar con el resto de problemas que todos tenemos, claro.
Esta merma de nuestra salud y calidad de vida, dificulta muchísimo nuestra actividad diaria e incluso la convivencia en familia y en sociedad. Hemos de conocerlo y poner los medios para paliarlo.
Y aquí va uno de nuestros principales caballos de batalla. A pesar de esto, somos muchas las que nos fustigamos, a diario o con frecuencia, por no vernos lo suficientemente eficientes en nuestro trabajo, la tarea como madres y la vida personal en general.
Podemos llegar a sentirnos frustradas porque nuestra mente y nuestro cuerpo no llegan a donde nuestra cabeza y corazón quieren llegar. Y añadir a una situación, que ya de por sí es difícil, la carga de la culpa e incluso la angustia.
Es hora de que echemos el freno y nos paremos a pensar. ¿Realmente puedo en esta situación exigirme más de lo que ya hago? ¿Realmente soy tan desastre como a veces me considero? ¿Estoy exigiéndome mucho más de lo que humanamente y dadas mis circunstancias puedo asumir? Teniendo en cuenta mi situación, ¿qué “ajustes” puedo hacer en mi día a día para sentirme mejor y allanarme el camino?
Intentaré ir dándoos un poquito de luz a todas estas cuestiones desde mi opinión, la información de la que dispongo y mi vivencia personal. Pero lo ideal sería que, además, cada una, dependiendo de las circunstancias que tenga, reflexione y vaya encontrando su propia «solución». Sed consecuentes con lo que hay. Sí, es posible sentirse bien y ser feliz a pesar de todo. Pero hay que ponerse manos a la obra y concienciarse de todo esto.
Te invito a que te plantees si en realidad, el origen de muchos de los que hoy consideras tus principales problemas, tiene su causa aquí, en tu carencia de descanso. Discusiones frecuentes con tu marido, gritos e impaciencia con tus hijos, malos modos, irritabilidad con tu familia y amigos, tendencia al desánimo, tristeza y desesperanza, disconformidad con tu imagen física, ansiedad, olvidos constantes, problemas de eficiencia en el trabajo…
Quizás, poniendo los medios para descansar mejor, muchos de esos problemas, que no son precisamente tonterías, desaparezcan o mengüen. Al menos, te garantizo que tu capacidad para afrontarlos mejorará enormemente. Me encantaría que me contaras tu experiencia al respecto y si ves alguna solución a tu alcance.