¡Hola de nuevo! Os escribo este post porque creo que el anterior se me quedó un poquito «cojo». Quizás sea porque redacté en un ambiente que puede ser considerado de todo menos apacible o idóneo para la escritura y el orden de ideas. Pero es mi vida y es lo que puedo ofreceros, jeje. Tengo a las peques haciendo de las suyas a mi alrededor: tirándome del cable de la batería del portátil, peleándose, haciendo trastadas, escapándose para ver que pueden romper o meterse en la boca, etc. Vamos, nada que no os suene…Además la chiquitina está con gastroenteritis y conjuntivitis. Creo que en el reparto de sistemas inmunológicos se les olvidó darle uno en condiciones a mi niña. La pobre pilla todo virus o bacteria que ronde a su alrededor. A ver si se va este invierno pronto y con el buen tiempo salimos de las «itis», porque, francamente, estamos hasta el gorro.
Como os contaba, en la anterior publicación os hablé de cuáles son las claves en las que nos basamos para «conciliar» en casa. Pero quizás me ha faltado concretar un poquito más sobre cómo enfoco mi vida profesional en relación con mi familia. Como ya os he comentado, soy abogada y necesariamente he tenido que hacer cambios en el ejercicio de mi profesión para que todo cuadre. Tengo muy claro que, por mucho que ame mi trabajo, mi familia siempre será lo primero. Y si las cosas no encajan prefiero sacrificar aspectos profesionales a hacerlo con los familiares. Antes de casarme y tener hijos era la típica abogada sin horario, que corría entre juzgados y comisarías y apenas tenía tiempo para comer y mucho menos para dormir más de lo «humanamente» imprescindible para sobrevivir. Tenía que estar localizable más horas al día de lo deseable por si le surgía cualquier cuestión urgente a un cliente. Sin hablar de la disponibilidad absoluta para viajar y asistir a juicio en distintas ciudades de España. Obviamente ese ritmo me resulta totalmente incompatible con mi concepto de familia.
Durante mi primer embarazo dejé aparcado el ejercicio de la abogacía y decidí embarcarme en el estudio de un máster enfocado a la investigación en Derecho. Me fue relativamente sencillo compatibilizarlo con mi estado y también una vez que nació la niña. Me apoyé en la guardería, ayuda de una chica con la casa y por supuesto en el mano a mano con mi marido. Una vez que nació la niña, lo mismo. Y así nos fue bastante bien. Aunque colaboraba con la universidad me resultó un trabajo bastante llevadero e ideal para mi situación. Una vez que terminé el máster y la colaboración me quedé embarazada de mi segunda peque y decidí (o más bien las circunstancias decidieron por mí) hacer un parón. Aunque barajé distintas opciones profesionales, lo cierto es que embarazada y como madre de otra criatura muy chiquitina, me encontraba agotada y no podía asumir más cosas. Además tuve unos problemillas de salud que no me permitían excederme mucho más. A pesar de todo y para no perder ritmo, decidí matricularme en otro máster a distancia que iba estudiando a ratitos cuando podía.
Una vez que nació mi segunda y pasado ese periodo equivalente a la baja maternal, la llevé también a la guardería y me puse manos a la obra para encontrar un nuevo trabajo que me permitiera ejercer mi profesión compatibilizándola con el cuidado de mis hijas, de mi matrimonio, y con la calidad de vida que considero imprescindible para sentirme bien.
Después de valorar infinidad de opciones decidí y encontré lo que para mí en este momento encaja a la perfección con mis circunstancias. He firmado un contrato de colaboración con un despacho que me permite trabajar desde casa y sólo por las mañanas. No voy a juicio sino que mis ocupaciones consisten en realizar trámites, gestiones, escritos, asesoramiento a clientes…Y esto es así por una sencilla razón: si me señalan una vista para una hora y día determinado y nuestro querido amigo Murphy hace que alguna o las dos peques se me pongan malitas en ese momento, sería una papelón enorme que no me puedo permitir. Ni al juez, ni al cliente, ni al despacho, les haría ninguna gracia mi ausencia y se trata de circunstancias dificilmente «apañables» de un momento a otro y que me llevarían a estar en un estado de tensión y nervios poco soportable.
En definitiva, me he comprometido sólo con aquello que creo que de momento puedo asumir. Me permite estar al día y ejercer mi profesión pero con la tranquilidad que necesito en un momento que exige tanto esfuerzo como el de criar a dos peques de 2 años y 9 meses. Mis enanas están felices en la guarde y en caso de que se pongan enfermas (que ocurre más a menudo de lo que pensaba) puedo permitirme organizarme para llevarlas al pediatra sin angustia. O rebajar un poco el ritmo esos días intentando hacer lo que pueda con ellas en casa (que suele ser poco). Además, me coordino con mi marido, que como os dije también trabaja desde casa y se organiza su trabajo según las circunstancias. Siempre surgen necesidades como compras concretas o gestiones que en multitud de ocasiones no podemos realizar fuera del horario laboral, y la verdad es que poder tener la flexibilidad de acometarlas cuando mejor nos venga se agradece mucho.
Un inconveniente espinoso es que vivimos en una ciudad que no es la nuestra y aquí no hay abuelos ni tíos de los que tirar en un momento de apuro. Así que teníamos buscar trabajos relativamente flexibles para que nos permitieran adaptarnos a los contratiempos lógicos que surgen en toda familia con niños.
Esta no es una vida de color de rosa. Obviamente gano menos que antes trabajando de esta manera.Cuando tengo a las peques en casa suspiro por un rato de concentración, y la fuerza de voluntad y la disciplina necesarias para rendir cuando se está sola en casa, fuera del contexto de una oficina, sin jefe y sin compañeros, es muchísimo mayor. Las posibles distracciones y la «flojera» tienen más fuerza que cuando se trabaja en un despacho . Por otra parte, al trabajar desde casa, se sale menos y tienes menos trato con otras personas en el día a día, y eso a veces se hace un poco cuesta arriba. Pero poniendo los medios para mantener la oxigenación psicológica necesaria, no es nada que no se pueda solventar.
En este caso para mí es muy importante:
1- Arreglarme un poco a pesar de que un día no vaya a hacer gestiones fuera de casa.
2- Cuidar la rutina de deporte. Intento hacer aunque sea una tabla cortita de ejercicios al día. Como ya os he comentado, hoy en día con YOUTUBE y una esterilla tienes el gimnasio en casa. Y en poco tiempo has hecho mucho por tu bienestar y tu salud. Os recomiendo los vídeos de gym virtual. A mí me encantan y tenéis gran variedad de ejercicios.
3- Ser disciplinados con el plan de trabajo diario. Cumplir un horario más o menos fijos. Definir objetivos que quiero cumplir. Mi agenda es mi gran aliada en este sentido.Si no nos organizamos se va el tiempo volando y cuando nos queremos dar cuenta ya tenemos a los peques en casa y se acabó lo que se daba…
4- Apañármelas para salir a hacer recados a la calle y quedar con gente por aquello de no volverme un ser antisocial. Procurar no estar más de un día sin salir de casa.
5- Tener en casa un espacio de trabajo bonito, ordenado y luminoso que me motive.
Esta es la mejor manera que he encontrado para que todo cuadre. Ya habrá tiempo para trabajar con más intensidad y mayores objetivos cuando las niñas hayan crecido. Incluso no descarto crear mi propia empresa. Pero de momento, con lo poco que duermo, lo agotada que estoy y todas las ocupaciones que tengo no puedo dar más profesionalmente.
A pesar de todo, no me quejo. Me siento una verdadera privilegiada y tengo lo que necesito. Un trabajo que me permita desarrollarme profesional e intelectualmente, ayudar a otra personas y aportar dinero en casa . Mis hijas están bien atendidas, tengo tiempo para disfrutar de ellas y cuidarlas y también para mi marido y para mí misma. ¿Qué más puedo pedir? Creo que es fundamental que cada una busquemos ese equilibrio o punto de exigencia que podemos sobrellevar en nuestro día a día sin que nos genere más tensiones y angustias de las humanamente soportables. Si no, tarde o temprano quebraremos. Y no sería justo ni deseable.
Quiero aprovechar este post para reconocer y aplaudir la admirable labor de todas las mamás que a diario hacen auténticas cabriolas en situaciones mucho más difíciles y adversas que las mías. Que pasan apuros de todos lo colores para llegar a todo o por lo menos a lo importante. Soy muy consciente de que no siempre se puede hacer un traje a medida en este sentido. Y que a veces las imperiosas necesidades económicas o determinadas circunstancias relativas al cuidado de los hijos por motivo de enfermedad o similar requieren que muchas madres sobrepasen los límites de lo que una persona puede llevar en su día a día con salud. Y de verdad, insisto, me quito el sombrero con el día a día de cada una de vosotras, mamás super-heroínas, a pesar de que aparentemente se vea desde fuera como un esfuerzo cotidiano o «normal».
Me despido ya animándoos en vuestras luchas diarias para que todo cuadre. Recordándoos que no estáis solas. Que en cada hogar hay una mamá «despeinada» que hace lo que puede y a la que el reloj le pisa los talones. Pero lo importante es que todas consigamos alcanzar, de una manera u otra, ese estado en el que, con nuestros más y nuestros menos, podamos sentirnos realizadas y observemos que nuestra familia funciona, que hemos creado un hogar alegre y sano.
Para ello, y volviendo a repetir la idea que os comentaba en el post anterior de que si no hacéis equipo con vuestros maridos difícilmente podréis llegar a todo, os comento una curiosidad. Ya que me dedico al ámbito jurídico os transcribo lo que recoge el artículo 68 de nuestro Código Civil: «Los cónyuges están obligados a vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente. Deberán, además, compartir las responsabilidades domésticas y el cuidado y atención de ascendientes y descendientes y otras personas dependientes a su cargo.» ¿Sabíais que la colaboración de ambos en las tareas del hogar estaba recogida por ley? Curioso, ¿verdad?. Vamos, que no sólo se trata de una cuestión de decencia sino de de un deber jurídico al que se compromete cada uno cuando se casa. ¡Ala! Ya tenéis un recurso más para colgar en la nevera y animar a los maridos «dormidos» a que se pongan manos a la obra…
Estad atentas al próximo post que estoy preparando sobre moda. Os daré las que para mí son las claves para un buen look de oficina. ¡Feliz semana!
Es muy bonito todo lo que dices.
La familia es lo primero y hoy en día lo ponen un poco difícil.
Muy buenas pautas!!
Un saludo!!!
Desde luego que nos lo ponen difícil!! Pero está claro que la clave para ser feliz es alcanzar el mejor estado posible dentro de las circunstancias y realidades de cada uno. Ya que el «sistema» no colabora para nada, tedremos que encontrar la solución en los medios que tengamos a nuestro alcance. No podemos rendirnos. Creo que vale la pena darle vueltas al coco para encontrar esa dinámica que haga que todo funcione lo mejor posible. No escatimar en apoyos, búsqueda de la ayuda necesaria…Sobre todo para que las madres puedan respirar un poco y no dejar de sentirse personas, mujeres completas, con otros quehaceres y pasiones que no sean sólo el de mimar a la familia (aunque sea nuestra prioridad). Si mamá está bien la familia también lo está! ¡Ánimo con tu lucha diaria! desde luego tu caso tiene mérito. Pero por lo que se ve lo llevas de maravilla. Con alegría, buen humor y cuidando tu aspecto. Ole por las madres apañadas!! Un besazo
Sin duda cuando nace un hijo las prioridades cambian. Yo me dedico a un campo bastante distinto, la sanidad, pero también he cambiado las guardias infinitas y los turnos rotatorios por intentar disfrutar más de ésta experiencia. Me gustaría saber organizarme mejor (y estresarme un poco menos). Y eso que aún no trabajo!! Me apunto tus pautas a ver si así me va algo mejor jeje. Me quedo por aquí a seguirte. Un saludo 🙂
¡Bienvenida! Desde luego esa es la gran lucha de todas las mamás: querer organizarnos mejor y estresarnos menos. Poco a poco lo iremos consiguiendo. Con el tiempo vamos relativizando y quitándonos cargas que no nos corresponden o no merecen la pena. Dando prioridad a lo verdaderamente importante…Si un día está la casa más desordenada o no te ha dado la vida para darle un baño a tu bebé, no pasa absolutamente nada!! Mientras en ese hogar se respire cariño y alegría y a ese bebé no le falten los besos de su madre, todo está bien. Te mando un besazo y te doy la bienvenida a este rinconcito en el que lo que pretendo es que nos ayudemos a llevar con más paz y alegría la apasionante pero dura tarea de ser mamás.
Puf, yo no se como te apañas y además te da tiempo para hacer ejercicio, que súper woman. Yo trabajo, soy maestra, pero también sigo formándome en la universidad y soy mami reciente, no me da pa todo y la uní la tengo un poco colgando xk no encuentro el momento. Seguiré tus consejitos. Te sigo desde ya. Un beso desde
https://yentoncesmeconvertienmama.wordpress.com
¡qué va! ¡para nada soy una súper-woman! Intento cuadrarlo todo para sentirme plena y llevar una vida lo más completa posible. Como dice la canción:»sólo se vive una vez» jeje. El tiempo es oro y tenemos que ingeniárnoslas para aprovecharlo y sacarle el máximo partido. La clave en mi caso ha sido relativizar y darle importancia a las cosas que realmente la tienen. Y también permitirme fallar y en ocasiones no llegar a ciertas cosas dándole prioridad a otras. Por ejemplo: este fin de semana nos apetecía salir un poco, hacer un plan familiar y desconectar. Habitualmente procuro mantener el orden en casa para que todos estemos más a gusto y sea un hogar acogedor. Y en cuanto a las niñas, intento que sigan unas rutinas en cuanto horarios, sueño, alimentación…Pues bien, ya que el sábado salimos a ver el ambientillo fallero y tomarnos unos churros con chocolate y el domingo nos fuimos a Denia de chuletada a casa de unos amigos, el finde no daba para más. Los ratos que estuvimos en casa las niñas hicieron de las suyas y me dejaron todo manga por hombro, y con los planes fuera de casa lógicamente de alguna manera las peques llevaban un horario de comidas y demás más «hippie». Pero en definitiva nos lo hemos pasado pipa, hemos cambiado de aires y conocido gente nueva. A lo que quiero llegar con todo esto es a que no hemos de aspirar a ser perfectas sino que dentro de tener un horizonte de hacer las cosas lo mejor posible lo ideal es ser flexibles y razonables para en ocasiones sacrificar unas cosas por otras o bajar un poco la guardia y permitirnos descansar. Esta mañana me ha llevado un buen rato poner la casa en orden pero ¿y lo bien que lo hemos pasado el fin de semana?. Esa es la filosofía con la que me muevo. Buscar hacer las cosas lo mejor posible sin caer en el histerismo o la rigidez que nos impida disfrutar o realizarnos a toda la familia. Si te organizas y buscas apoyo verás como te cunden los días. Un besazo y bienvenida!!
Lo que te digo una super-woman jeje. Un besazo guapa.
jeje de eso nada! Verás como poco a poco consigues que todo coja forma. Date tu tiempo. Yo lo he necesitado para alcanzar lo que buscaba. A ser madres también tenemos que aprender, como a todo en la vida. Un besazo y mucho ánimo