Trabajar con alegría es posible y depende en gran medida de nuestra actitud ante la vida. He de confesar que no soy fan de las frases edulcoradas tipo «despiértate cada día con una sonrisa»; «nunca dejes de sonreír»…No es por tanto de este «tipo de alegría» del que os hablo, sino del que sale del corazón y nos aporta serenidad.