El «Wabi Sabi» como estilo decorativo y filosofía de vida tiene su origen en la cultura japonesa. Esta expresión carece de una traducción exacta al tratarse de un concepto abstracto. Pertenece a esas realidades conocidas por todos pero de difícil explicación. Viene a ser algo así como aceptar la belleza que genera el paso del tiempo.
Esta idea llamó mucho mi atención porque sin duda, una realidad que nos hace sufrir como seres humanos es la aceptación de lo efímero, incompleto e imperfecto. Quizás nos generan rechazo porque se alejan del «ideal de perfección» que podríamos identificar con nuestra necesidad de que «lo bueno» dure para siempre, sea hermoso y pleno. ¿Será que nuestro destino es el Cielo y la plenitud del Amor?
Aprender a aceptar la «imperfección» en esta vida por tanto, e incluso encontrar belleza en ello podría ahorrarnos muchos quebraderos de cabeza y aportarnos un poco de esa paz que todos ansiamos.
En decoración este estilo conllevaría el empleo de materiales y tejidos naturales y orgánicos, a ser posible sin tratar. Por tanto, aquellos que dejen apreciar la influencia del paso del tiempo y su evolución. Todos podemos captar esta transformación por ejemplo en las piezas de madera rústica cuyo color y textura va variando, dilatándose…
Todos aquellos materiales que se oxidan, deshilachan o muestren las consecuencias del clima en el que se encuentran encajarían con este concepto. La piedra, el mármol, los textiles vegetales…
Visualiza un objeto de barro, como por ejemplo un jarrón artesanal en el que se aprecie un borde asimétrico y rugosidad en su textura. Cuenta con zonas más hundidas que otras por la presión diferente de los dedos del alfarero. Quizás cuente con algún que otro «desconchón» por la caída que pudo sufrir en un momento dado, o su pintura se ha decolorado por estar expuesto a la luz del sol que atraviesa la ventana. Estás ante un objeto «Wabi Sabi».
También podríamos identificar esta filosofía con espacios minimalistas, que evoquen sencillez y desprendimiento, sin demasiados objetos, prescindiendo de lo superfluo.
Las habitaciones con luz tenue, sombras y escasa luz y que, por tanto, inviten a la calma produciendo una envolvente «sensación parecida al seno materno» como decía el arquitecto japonés Tadao Ando, casan a la perfección con el Wabi Sabi.
Los colores suelen ser neutros, sin estridencias, similares al barro, el óxido o la tierra. Inspirados directamente por la naturaleza.
El Wabi Sabi guarda relación directa con el «Kintsugi». Ésta última es una técnica de reparación japonesa que en lugar de ocultar resalta las imperfecciones haciendo el objeto en cuestión incluso más bello que antes de ser restaurado.
Para arreglar las fracturas de la cerámica se emplea barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino. De esta forma, las roturas y reparaciones embellecen el objeto resaltando esa parte de su historia y transformación.
¿Qué te ha parecido el Wabi Sabi como estilo decorativo y filosofía de vida? ¿Decorarías tu hogar siguiendo sus principios?
Yo no de forma purista, pero sí desde luego cuento con algunas piezas que se adaptan a él y me resultan especialmente hermosas desde antes de conocer todo este trasfondo.
Es un concepto que a mí me ha dado mucho que pensar y espero que a vosotras también.
Un abrazo y nos leemos pronto.