Hoy os traigo algunos consejos y un cuento para ayudar a nuestros hijos a superar el miedo a la oscuridad.
¿Debo preocuparme si mi hijo manifiesta miedo a la oscuridad?
En principio no, puesto que forma parte de su desarrollo. Al parecer, lo padecen uno de cada tres niños de entre tres y cinco años. No obstante, es importante acompañar a nuestro hijo en esta vivencia para ayudarle a gestionarla.
Lo preocupante sería que ese miedo se convirtiera en una fobia, en cuyo caso sería necesario acudir a un profesional.
Puede comenzar a presentarse a partir de los dieciocho meses de vida, pero lo habitual es que se dé desde los tres o cuatro años y se prolongue hasta los ocho o nueve.
En nuestro caso se cumplen estas premisas. La pequeña de dos años aún no manifiesta miedo a quedarse a oscuras salvo en contadas ocasiones. En cambio, la mayor, de 4 años, sí que me verbalizado ese miedo en varias ocasiones. Cuando se despierta a media noche me pide que le encienda una lamparita o luz del baño para volver a dormirse. Pero tampoco es algo exagerado ni que le suceda a diario. Así que entiendo que está dentro de lo normal.
¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a superar el miedo a la oscuridad?
. Juegos.
El juego siempre ha sido uno de los mejores instrumentos de aprendizaje para los niños. Una buena opción es valernos del clásico de la «gallinita ciega» o cualquier otro que implique tener los ojos vendados. Por ejemplo, jugar a adivinar mediante el tacto a qué miembro de la familia estamos palpando. También, pasar un rato divertido creando «sombras chinescas» o jugando con objetos y elementos que se iluminen en la oscuridad…
En definitiva, en la medida que el niño relacione la oscuridad con momentos divertidos y agradables, avanzaremos mucho en la lucha contra ese miedo.
. Luz tenue.
Soy fan de las luces «quitamiedos» en todas sus versiones. Pienso que, aparte de cumplir con su función principal, son de gran ayuda para esas madres a las que, como a mí, les toca hacer varias visitas a la habitación de sus hijos durante la noche. Fundamentalmente para no ir tropezándonos con todo lo que se cruce en nuestro camino y poder resolver rápidamente la «crisis» que sea.
Este tipo de luces tenues trasmitirán calma y ayudarán a nuestros peques a relajarse y sentirse seguros para dormir.
Algo que me ha llamado la atención cuando estaba buscando información sobre el tema, es que algunos expertos desaconsejan encender la luz principal de la habitación cuando acudimos a atender a nuestro hijo.
Esto se debe a que inconscientemente podemos estar transmitiéndoles el mensaje de que una vez que se enciende la luz desaparece el miedo y, por tanto, la oscuridad es «mala». Lo cual, podría incrementar su angustia por quedarse a oscuras.
Por eso se recomienda, en su caso, valerse de lamparitas «quitamiedos», y si quisiéramos encender la luz principal, esperar a que el niño se serene con nuestras palabras y compañía antes de hacerlo.
. Establecer una buena rutina del sueño.
Una vez más, las rutinas serán grandes aliadas para solventar este problema. En la medida que el niño tenga integrado como parte de su rutina de sueño el momento de apagar la luz, será más fácil que deje de tenerle miedo.
Constituirá otro paso más de esa cadena de actividades agradables y relajantes que le llevan a irse a la cama (ducha, cena, lavarse los dientes, cuento, besos, apagar la luz, arroparse y dormir…).
. En la medida de lo posible eliminar aquellos vivencias que le produzcan miedo.
Si sabemos que determinados animales, dibujos, lugares o historias le producen miedo o le impresionan, siempre y cuando podamos, reduzcamos las ocasiones en las que tenga que enfrentarse a ellos.
Sería bueno evitar que vea «dibujitos» muy agresivos o con figuras desagradables, etc.
. Hacerle ver que su casa es un lugar seguro.
Es muy común que los peques identifiquen determinadas partes de la casa como el lugar donde se esconde un monstruo, una bruja…Normalmente, debajo de la cama, en el armario, detrás de su puerta…
Se recomienda que también durante el juego o con algunos pequeños encargos, el peque se acostumbre a acercarse a esos lugares y compruebe por sí mismo que son sitios seguros en los que no ocurre nada.
Por ejemplo, podemos establecer una búsqueda del tesoro, escondiendo algo en esos sitios, pedirle que coja una chaqueta que se encuentre a su alcance tras la puerta…
Cuentos que le ayuden a comprender y gestionar esta emoción.
El miedo es una emoción más. Hace un tiempo leí una idea que me dio que pensar. Sin darnos cuenta, estamos acostumbrados a sentir rechazo hacia emociones como la ira, el miedo, la tristeza…Lo solemos ver como algo negativo de lo que huir. Pero lo cierto es que las emociones no son «buenas» o «malas». Cada emoción tiene su función en nosotros. Y no tiene por qué ser precisamente negativa. Lo importante es cómo las canalizamos.
El miedo por ejemplo nos puede ayudar a evitar peligros o a identificar factores que nos hacen daño.
Es importante ayudar a nuestros hijos a identificar lo que sienten, exteriorizarlo y darle el cauce correcto. Como siempre, una magnífica manera de ayudarles es mediante los cuentos.
Hay infinidad de cuentos para hablar con nuestros peques sobre este tema. Pero hoy os quiero hablar de uno en concreto que me ha propuesto Boolino.
Se titula «No me da miedo la oscuridad». Está dirigido a niños de entre 3-6 años. Aunque curiosamente se lo he leído a mis dos hijas y ha manifestado más interés la de 2 que la de 4. Es un libro muy sencillo, con lo que un niño de dos añitos también lo puede seguir bien.
Sus autoras son Carole Bauvers y Sandra Salinet y la editorial: Larousse.
El personaje principal es el gatito Leo, que aparece acostado en su cama. Comienza a sentir miedo cuando ve unas sombras extrañas en su habitación. Éstas no eran más que las siluetas de sus juguetes y el perchero, cosa que descubre más tarde gracias a que lo ilumina la luna.
En un primer momento se asusta porque no escucha los ronquidos de sus papás en la habitación contigua y se oyen ruidos en la cocina. Entonces, decide bajarse de la cama y enfrentarse a las figuras con su espada láser luminosa.
Se ríe al descubrir que las sombras no eran más que sus juguetes y aparecen sus papás que le dicen que estaban preparando la cena en la cocina. ¡No ha sido nada! Leo ya no tiene miedo y es muy valiente. Todos vuelven a la cama y Leo se calma escuchando los ronquidos de sus papás.
¿Para qué nos sirve este cuento?
Como veis, la historia es sencillísima, pero es una buena forma de ayudarles a:
. Identificar la emoción del miedo. ¿En qué consiste? ¿Qué sentimos?
. Por otra parte, comprobar que aunque es normal que algunas situaciones nos asusten, estamos seguros en casa.
. La idea de enfrentarse a ellos. Podemos hacerlo y superarlo.
. Mamá y papá siempre están ahí, aunque parezca que se han ido porque no los veamos o escuchemos.
Espero que os haya gustado el post y hayáis encontrado alguna idea que os sirva de ayuda para vuestros hijos. Comentadme qué tal lleváis el tema de la oscuridad en casa y qué mecanismos empleáis para trasmitir calma a vuestros hijos.
Si os interesa el cuento de Leo, podéis comprarlo pinchando en este link. ¡Nos leemos muy pronto! Tengo en el tintero algunas ideas de publicaciones de moda y decoración que seguro que os encantan…
Me ha parecido muy interesante, con consejos muy prácticos y fáciles de llevar al día a día de nuestros hijos
Me alegro de que te resultara práctico, Paco. Espero verte por aquí de nuevo y publicar más contenidos de tu interés. Un saludo, Maite