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Adiós, pañales, adiós.

   Sí, por fin os traigo hoy el tan anunciado (en instagram) post sobre mi experiencia con la retirada del pañal de mi hija mayor. Me lo estabais pidiendo a gritos y las fechas en las que estamos hacen que sea un asunto de plena actualidad y que a muchas de vosotras os inquiete.

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   Ante todo quiero recalcar que es mi experiencia o, mejor dicho, la de mi hija, a la que acompaño como espero hacer en cada pasito que dé en su vida. Comienzo dejando clara esta idea porque a menudo se nos olvida que cada niño tiene sus propios ritmos, circunstancias y desarrollo. Y podemos sentir angustia o frustración cuando, quizás sin quererlo, comparamos la evolución de nuestros hijos con la de los de la vecina y nos preocupamos concluyendo que nuestro peque va por detrás o tiene algún problema ¡Y nada más lejano a la realidad!

   Así que, salvo que un profesional (pediatra, psicopedagogo…) detecte en las dificultades de vuestros hijos para controlar los esfínteres algún tipo de patología a tratar, tened paciencia y considerar los aparentes «retrasos» a la hora de dominar este aspecto, como una circunstancia que merece respeto y tranquilidad y que no ha de robaros la paz. No os preocupéis, que no conozco a nadie que se haya matriculado en la universidad con pañales. Así que, si tarda un poquito más de lo que esperabais, tened mucha calma, que todo llega en esta vida.

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   Dicho esto, comenzaré con la descripción de esta «aventura». Ciertamente, no he tenido ninguna prisa en que llegara este momento. Es más, he de admitir, que me asustaba o, mejor dicho, me agobiaba pasar por esta etapa. La verdad es que me resultaba mucho más cómodo prescindir de unos euros en el bolsillo destinados a la compra de pañales que pasarme el día limpiando charquitos de pipí y lavando pantalones y braguitas embadurnadas en ya sabéis que otra sustancia. Además de cambiar de ropa a mi hija mil veces, tanto en casa como en los lugares y momentos más inoportunos e insospechados. Esta vida y nuestro alocado día a día ya trae contigo suficientes situaciones estresantes como para buscarme yo solita otras nuevas antes de tiempo. Pero llega un momento en el que hay que tomar la decisión. El tiempo pasa, los peques crecen, y el inicio del cole está a la vuelta de la esquina.

   Y ya que hablo de tiempos os diré que lo primero que tenéis que tener en cuenta a la hora de dar este paso es si vuestro hijo está preparado para ello. Porque, aunque nosotras pongamos toda la «maquinaria» en marcha para que esto suceda, la operación pañal será un absoluto desastre, frustrante y contraproducente a partes iguales, si nuestro retoño no está listo para dar el paso. El control de esfínteres es un proceso madurativo que no llega cuando uno quiere sino cuando uno puede. Y aunque esté muy relacionado con aspectos psicológicos y exista la capacidad de controlarlos voluntariamente durante un cierto tiempo, para llegar a este punto de dominio de la situación ya podemos emplear todas las técnicas del mundo, que si el organismo de nuestro pequeño no está a punto no va a salir bien.

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   Y os preguntareis, ¿y cómo sé si ha llegado el momento? Pues aunque los tiempos y las circunstancias apremian y en torno a esta fecha estamos la mayoría de las mamás de nenes de entre 2 y 3 años a estos menesteres, lo ideal sería respetar ese momento en el que el niño da señales de que ha llegado la hora. A modo de orientación, podemos decir que estas «señales» son las siguientes:

  • vuestro hijo detecta cuando tiene el pañal sucio y se muestra molesto haciéndote ver su deseo de que le cambies.
  • sabe distinguir si se ha hecho caca o pipí.
  • os avisa cuando está en ello o a punto de hacerlo.
  • muestra cierta incomodidad por causa del pañal (se da tirones, intenta quitárselo…).

   Estas son «señales» orientativas que os pueden ayudar a ver que ha llegado el momento. También cuando te pregunta y muestra interés por el wc o por cómo lo hacen mamá y papá o sus hermanitos mayores. En general, por la madurez que muestre el pequeñín en todo este mundillo de los desechos…Pero, como os he dicho, son orientaciones y  no en todos los niños han de manifestarse por igual. Como en todo lo que a maternidad y crianza se refiere creo que ha de imperar el sentido común y la intuición que todas tenemos con respecto a nuestros hijos.

   En el caso de mi hija, aunque ya hace bastante tiempo que mostraba estas señales, la enfermera de pediatría me recomendó que esperara para empezar con todo el lío de la retirada del pañal. Debido a una serie de circunstancias que la peque estaba viviendo en el momento en el que cumplió los dos años era desaconsejable iniciar este «entrenamiento». Y es que, como ya os he comentado en otras ocasiones, mi enana tuvo bastantes celillos por el nacimiento de su hermana pequeña. Y por otra parte, poco después de que éste se produjera, nos mudamos a vivir a otra ciudad, con todos los cambios que ello conlleva (nueva casa, guarde, entorno, lejanía de los abuelos, nuevos amiguitos…). Éste es otro aspecto que hay que tener en cuenta. El niño ha de encontrarse en un momento estable de su vida, viviendo sus rutinas habituales. No es aconsejable iniciar el proceso cuando estéis de vacaciones fuera de casa, sin rutinas concretas, con un horario más cambiante…De esta manera todo será mucho más fácil, y no estaremos sometiendo al peque a demasiados retos a la vez.

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   Como os digo, en cierta forma lo agradecí porque temía la llegada de este momento. Además prefiero pasarme por intentarlo un poco más tarde de lo habitual que antes de tiempo. Y llegó el día. Mi niña había cumplido 32 meses, ya hacía un tiempo que habíamos dado por superadas todas las etapas de «adaptación a los cambios» que la tenían un poco alterada. La veíamos preparada. Además, en Valencia, ya había empezado a hacer un tiempo bastante agradable. Así que había llegado la hora de lanzarse. Unos meses antes habíamos empezado a preparar el terreno con un cuento sobre el uso del orinal y el wc, protagonizado por un personaje al que mi hija le tiene mucha simpatía puesto que ya habíamos leído otras historias de la colección. Le llamaba mucho la atención y le divertía la idea.

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   Además, cuando entraba al baño le decíamos que pronto haría pipí allí, porque ya era muy mayor. Y al cambiarle el pañal le entusiasmábamos con la idea de que en breve llevaría braguitas en su lugar. La peque mostraba mucha ilusión con la idea y todo parecía marchar bien. La semana anterior a retirárselo compré un buen surtido de braguitas y ropita de recambio. En este punto te recomiendo que compres bastantes. Al principio los escapes son muy frecuentes y si no, no darás abasto con lavadoras y secadoras…Además me informé bien sobre los «instrumentos» que había en el mercado para facilitar a los peques hacer sus necesidades en el wc.

   La pediatra nos recomendó que buscáramos algún reductor de wc que tuviera algo para que apoyara los pies y no le quedaran suspendidos en el aire y que llevara asas para agarrarse por los lados. Esto ayudaría a que la peque se sintiera más estable y segura y evitaría los problemas de estreñimiento tan comunes en estos casos. Indagando en internet encontré este modelo de la marca THERMOBABY y me pareció perfecto, además de tener un precio muy razonable. Tened en cuenta que sólo se venden en la web de Carrefour y no en sus establecimientos. Además se puede plegar y poner en un rinconcito del baño cuando no se esté usando.

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   También nos planteamos la duda de si usar orinal o reductor. La pediatra nos había comentado que lo más práctico era que aprendiera a hacerlo en el wc directamente, y así, aparte de ahorrarnos otra etapa posterior en la que tuviéramos que enseñarle el paso del orinal al inodoro, evitábamos andar limpiando el orinal. Pero por pura logística, lo primero que usó fue el orinal, ya que en la fecha que habíamos decidido comenzar no nos había llegado aún el reductor que os he comentado y no quería dejarlo pasar más tiempo. Así que compramos deprisa y corriendo un orinal. Es muy sencillo, pero con un pequeño respaldo para la comodidad de la peque.Además, me resultó interesante tener uno en casa para poder llevárnoslo a las salidas fuera de casa. Sí, os puede resultar un poco ridículo. Pero en principio me daba apuro estar poniendo a la enana a hacer pis en un arbolito en un momento de apuro o hacer malabares cogiéndola en volandas para que hiciera uso de un baño público. No me veía yo con las suficientes tablas para eso todavía. Y además pienso que es más cómodo para ella. Ya sabéis que para el aprendizaje de los niños las rutinas son muy importantes, y tener que aprender a ir al baño de manera diferente en casa, en la guarde y en la calle, me parecía demasiado de entrada. Así que, aunque resulte surrealista, cuando salimos a la calle me llevo el orinal en una bolsita de plástico y la siento en algún rinconcito discreto o en el baño que encontremos, y tan contentos.

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   Como os digo, desde el principio mostró entusiasmo con la idea. Y nosotros contribuíamos a la causa cantándole canciones, dando palmas y montando una fiesta cada vez que hacía pis. El día elegido fue un sábado. Nos planteamos un fin de semana tranquilo sin apenas salir a la calle, en el que las palabras más repetidas fueran «caca», «pipí» y «orinal» y nuestra mayor fuera la protagonista indiscutible. Prefería que fuera en fin de semana para que sus primeros intentos fueran en su casa y con nosotros. Previamente había hablado con su educadora de la guardería para constatar que ella también veía preparada a mi hija, nos dieran unos consejos y para que el lunes ellas siguieran con la marcha.

   Según se despertó, le quitamos el pañal y le comentamos que su gran día había llegado. La emoción que sintió al ponerse sus primeras braguitas no tiene parangón. Me encargué de comprarlas con motivos infantiles que pudieran hacerle ilusión y así fue. Es importante que sean de algodón para que respeten su piel y sus zonas sensibles. Lo que hicimos fue sentarle y decirle que ahí es donde ella haría pipí de aquí en adelante. Nos miraba desconcertada pero estaba encantada con la idea. Además nos aprovechamos de la circunstancia de que su hermana aún es muy chiquitina y no entiende mucho e hicimos hincapié en que ella no podía hacer pipí en ese orinal tan chulo porque aún era un bebé. Puede ayudar que sienta que es de uso exclusivo suyo, que tenga una aspecto divertido…En definitiva, cualquier recurso es bueno para facilitarle la tarea. Lo importante es fomentarle la autoestima y recalcar la idea de que está dando un paso importante en su desarrollo porque ya es mayor.

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   Como ya os adelantaba antes es importantísimo emplear refuerzos positivos cada vez que haga las cosas bien. Hay padres que hacen una pequeña plantilla en la que añaden una carita sonriente o una estrella cada vez que lo consigue, ponen pegatinas, tienen preparados una serie de pequeños regalitos o, como solemos hacer nosotros, le dan un gran abrazo y un beso cada vez que lo hace bien cantándole: «¡campeona, campeona, oe, oe, oeeeee!» jajaja. También le premiábamos con alguna que otra chuche o huevito de chocolate al final del día si las cosas iban más o menos bien. Es importante mantener estos pequeños premios durante un tiempo para que el niño relacione su conducta con algo agradable y  positivo. Y tan crucial como los «premios y celebraciones» es evitar regañarle o mostrar enfado cuando se lo hace encima. La pobre avisaba un poco asustada de que se había hecho pis, porque lógicamente no estaba acostumbrada a esa desagradable sensación de sentirse empapada. Aunque en ocasiones le hayamos preguntado 2 minutos antes del escape y nos haya dicho que no tenía ganas, hay que respirar hondo y explicarle con cariño que ese no es el sitio donde había que hacerlo pero que no pasa nada, que la próxima vez lo haremos genial. De lo contrario puede resultar contraproducente y, además de hacerle pasar un mal rato y crearle cierto conflicto con tan citada tarea, retrasar y dificultar el proceso de aprendizaje.

   El primer día era desesperante. Cada 20 minutos teníamos un charquito y el correspondiente cambio de ropa. A pesar de ello, no hay que perder la esperanza y mantenerse constantes. Aunque mi niña suele ser como un reloj y hacer al menos dos cacas al día, esta vez, lógicamente con el cambio le costó un poco más y sólo hizo una después de mucho insistir por la noche.

   He de admitir que los primeros días estaba absolutamente obsesionada con la idea de que mi niña no tenía pañal y aunque desde luego no es lo más aconsejable, le «acosaba» preguntándole cada dos por tres si quería ir al baño e incluso la sentaba cada poco tiempo. La verdad es que la pobre tuvo muchísima paciencia conmigo y todo fue progresando adecuadamente. Está claro que lo que la peque tiene que ir asimilando es que ya no lleva pañal y tiene que aguantar en el momento que sienta ganas de ir al baño (sensación que ha de aprender a identificar) hasta llegar al lugar adecuado. El primer día no me pidió en ningún momento el orinal. Sólo hacía pis algunas veces cuando yo le sentaba. Pero para mi sorpresa el segundo día comenzó a pedírmelo en ocasiones y aguantaba perfectamente hasta llegar.

   Recomiendan comprarle ropa interior una talla más grande que la que debe llevar para que le sea más fácil bajársela. Todo lo que colabore a fomentar su autonomía es positivo. De la misma manera que es interesante la escalerita que os he enseñado para que ella misma pueda subirse sin necesidad de la ayuda de un adulto. En cuanto tuvimos en casa el reductor comenzó a hacerlo allí o en el orinal sin ningún problema.

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   Como os decía el segundo día se redujeron en gran medida los «escapes». Y comenzaba a controlar todo el proceso. Llegó el temido momento de salir a la calle sin pañal y sí, hubo escape. En el instante y el lugar menos indicado. Pero pasado el apuro inicial, todo tuvo arreglo. Iba bien preparada con una muda de ropa y una buena cantidad de toallitas. Pasado el fin de semana, fue a la guarde por primera vez con sus braguitas y no sabía que tal se le iba a dar. Pues bien, después de un día de nervios, la chiquitina volvió a casa victoriosa con un solo escape a sus espaldas. Cosa que no estaba nada mal para ser la primera vez.

   A los 3 días ya habían desaparecido los «accidentes», salvo alguna ocasión esporádica ¡Y ya pasan días y semanas sin que se lo haga encima! Me parece increíble lo rápido que lo ha hecho. Estoy feliz por lo natural, ilusionante y respetuoso que ha sido el proceso. Aunque mi niña siempre ha sido una «feliciana» esos primeros días estaba especialmente emocionada. Se pasaba el día cantando y bailando. Era palpable la alegría y la ilusión por estar superando un reto que le hacía sentirse mayor y capaz. Hasta tal punto llega la cosa que cuando por la mañana se despierta y se da cuenta que lleva puesto pañal (aún no le hemos retirado el de la noche) le da muchísima rabia y literalmente grita como una loca para que se lo quitemos…¡alucino!

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   La escalerita y el reductor han sido todo un éxito. Le encanta y le chifla limpiarse ella solita y tirar de la cadena. Para ella todo es un juego y un ritual que le hace sentirse bien. Aunque siempre estoy yo rondando para supervisar, jeje.

   Ahora que ya está la prueba superada procuro ir estableciéndole cierta rutina (con flexibilidad y sin agobios) para que haga pis al levantarse y antes de acostarse. Y vaya al baño después de las comidas. Y más o menos lo va haciendo. En la guarde de momento no suele hacer caquita. Supongo que se sentirá más cómoda en casa, y suele hacerla por la tarde o antes de irse a la cama. Y como os dije, menos cantidad que cuando usaba pañal.

   En cuanto al pañal de la siesta y de la noche ya os preparé otro post sobre ello cuando lo tengamos superado. Aunque hace unos días pensé que también podríamos dar ya el paso, hemos decidido que vamos a esperar un poco más. Aunque aveces se despierta con el pañal sequito aún hay muchos que no. Así que creo que, aunque está en proceso de superar también este reto, aún falta un poquito. Por si os interesa, las recomendaciones que dan al respecto es la de esperar al menos 15 días desde que se ha retirado el pañal de día y comenzar por quitarle el de la siesta (que es más fácil porque pasa menos tiempo dormida). Y posteriormente ir a por el de la noche procurando que siempre haga pis justo antes de acostarse y reducir la ingesta de líquidos durante las últimas horas de la tarde. Hay padres que despiertan a sus hijos a media noche para que vayan al baño. A mí esto me parece una pequeña tortura. Así que hasta que no tenga más o menos claro que puede aguantar toda la noche esperaré un poquito más.

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   Con este post quiero animaros a las que como yo os enfrentéis temerosas a este avance en el desarrollo de vuestros peques. Los niños son maravillosos y a veces parece que son ellos los que nos enseñan a asumir el crecimiento con tranquilidad y naturalidad. Veréis como os sorprenden. No tengáis prisa, confiad en vuestros nenes y dejaos sorprender por lo que son capaces de hacer. ¡Nos leemos pronto!

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8 comentarios en “Adiós, pañales, adiós.”

  1. Olé y olé!! Tengo un post preparado muy similar al tuyo pero estoy teniendo una semana horrible de cosas y no me ha dado la vida para publicarlo. A ver si lo remato ;-). Tenemos el mismo reductor y nosotros también funcionamos con escaleritas, premios y mucha celebración!! Álvaro también ha superado ya el proceso! Son todo unos campeones!!!! Y unos super niños mayores!! Muchos besos!!

    1. Ánimo guapa, que ya casi tenemos la semana! si supieras la de tiempo que llevo con este post a medio hacer en el tintero…jeje. Es que no nos da la vida! Me alegro muchísimo de los avances de tu campeón. Qué ilusión acompañarles a cada paso! Un besazo enorme

  2. Qué post tan completo!! Me ha encantado. Me lo he leído de pe a pa, muy bien redactado y más completo imposible. Aún me queda un tiempo para esa etapa, pero la verdad es que pensar en ella también me agobia un poco. Me han venido geniales tus recomendaciones y consejos. Un abrazo!

  3. Lo de la talla más grande de braguitas no lo había oído, lo tendremos en cuenta cuando nuestro Peque esté preparado. Llevo meses pensando que le quedaba poco pero nada… Todavía no termina de mostrar las «señales».

    1. Me alegro muchísimo de que te sirva de ayuda. Ya sabes, no hay prisas. Veréis claro cuando llegue el momento y todo será mucho más fácil y natural de lo que piensas. No sé si vuestro pequeño va a la guarde. Si es así consultadle a sus cuidadoras cómo lo ven y os será de gran ayuda.

  4. Yo pronto empezare la operación pañal, la verdad y bajo mi poca experiencia como maestra quitando pañales no lo veo del todo preparado. Me ha encantado tu post!!! Sólo muestra una señal y es que se pega tirones del pañal, de vez en cuando… pero mira por intentarlo, no pierdo nada, además es un niño que todos los cambios tipo quitar chupete, bibi nocturno y dormir en su cuarto sólo lo ha llevado genial os contaré.

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